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WR 267: Qué son los OKR y cómo se aplican en Google

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5 aprendizajes que te llevas de este episodio:

  • Definición y estructura de los OKRs.
  • Diferenciación entre objetivos cualitativos y resultados clave cuantitativos.
  • Importancia de la revisión periódica para el ajuste y crecimiento.
  • Aplicaciones prácticas en entornos personales y profesionales.
  • Cambio cultural e innovación impulsados por metas ambiciosas.

OKRs: Una herramienta para medir la ambición

El reto de definir metas claras y medibles es un proceso tan riguroso como el de comprender lo que realmente queremos alcanzar. En un ambiente en el que la tecnología avanza a pasos agigantados, encontrar una metodología que nos permita medir nuestro progreso sin perder de vista la ambición se vuelve esencial. Los OKRs (Objectives and Key Results) ofrecen justamente eso: una estructura sencilla para poner en palabras objetivos que, a pesar de ser ambiciosos, se convierten en metas cuantificables.

Muchos de nosotros hemos tenido ideas vagas sobre lo que deseamos lograr en nuestros proyectos. Pero es al exponer esas ideas, al someterlas a la prueba de la claridad, cuando descubrimos tanto la magnitud de lo que deseamos como las deficiencias de nuestro método. Y, en ello, se refleja la esencia de la metodología de los OKRs.

La estructura detrás de los OKRs

La propuesta de los OKRs es tan simple como profunda. La idea se basa en separar el objetivo (O) de los resultados clave (KR). Los objetivos representan la meta en sí, un enunciado que mezcla inspiración e inquietud. Por contra, los resultados clave son medidas numéricas que nos indican el avance hacia ese objetivo. Si logramos definirlos con precisión, el proceso se convierte en una forma de forzar el compromiso y de hacernos responsables contando los avances.

En este sentido, los OKRs no solo sirven para dar forma a proyectos, sino que permiten:

  • Establecer objetivos ambiciosos y desafiantes.
  • Fijar resultados específicos y medibles que facilitan la evaluación del progreso.
  • Enfocar y alinear los esfuerzos dentro de un equipo o a nivel personal.
  • Incentivar una revisión constante y la corrección oportuna de la dirección.

La clave está en la manera en que estos elementos se retroalimentan. No basta con definir una meta brillante; el reto está en medir y ajustar continuamente el trayecto, quizá desde la misma escala que plantea Google, donde se utiliza una escala de 0 a 1 para valorar cada KR.

Una lección del mundo empresarial

La metodología viene con una historia interesante. Fue en los años 90 cuando surge la primera inspiración del clásico MBO (gestión por objetivos). Figuras como Peter Drucker ya iniciaban el camino. Más tarde, personalidades como Andy Grove y John Doerr incubaron la idea que luego implementaron en empresas tan influyentes como Google. Así, en lugar de buscar el inbox cero o el cumplimiento perfecto de todas las metas, los OKRs se basan en la noción de que alcanzar un 100% de cumplimiento de forma rutinaria puede ser signo de que el objetivo no era lo suficientemente ambicioso.

Un ejemplo curioso y revelador se escucha en una declaración memorable:
“Elon, dice, se le entiende un poco mal, pero dice que va a poner una X en el mundo para dominarlo.”

Esta cita, cargada de ironía, encapsula el espíritu de la ambición medida. Incluso figuras reconocidas confiesan tener metas tan elevadas que, al mismo tiempo, se autoimponen límites para asegurar que la meta sea siempre un reto. Si uno llega a alcanzar siempre el 100%, es señal de que el objetivo estaba diseñado para ser demasiado cómodo. La idea es esforzarse, ampliarse los límites y recalibrar el éxito de forma precisa, manteniendo siempre en mente que la medición, lejos de limitar, impulsa el crecimiento.

La dualidad entre ambición y concreción

Al desmenuzar la metodología, se pueden identificar dos componentes fundamentales:

El objetivo (O)

El objetivo es una definición cualitativa de lo que se quiere conseguir. No es solo una idea, sino un enunciado cargado de ambición, que puede resultar desveltador y, a la vez, inspirador. Tiene que ser lo suficientemente ambicioso para motivar, pero también lo bastante concreto para orientar el esfuerzo. La clave está en su capacidad de despertar una imagen mental del futuro deseado.

Los resultados clave (KR)

Por otra parte, los resultados clave son cuantificaciones exactas del progreso. Estos se deben evaluar con números precisos y dentro de un marco de tiempo determinado. Un buen ejemplo descrito en la charla es el de medir el porcentaje de contactos alcanzados en redes sociales o la reducción de errores en un proyecto de software. La precisión se transforma en el mediador entre el ideal y la realidad.

Estos dos elementos, al combinarse, permiten transformar metas abstractas en proyectos tangibles y medibles. El proceso requiere reflexión, autoevaluación y la disposición a retrasar la complacencia. Se valora el crecimiento medido y se evita caer en la trampa de la complacencia, que a menudo se asocia a proyectos que se cumplen sin dificultad.

El papel de la revisión periódica

Una parte fundamental en este método es la revisión y seguimiento de los resultados. Los OKRs no son una declaración fija, sino un documento vivo que se rehace y reajusta conforme el camino se revela. Esta revisión permite no solo medir el progreso, sino también identificar puntos de mejora. De ese modo, se fortalece tanto la disciplina como la adaptabilidad.

Algunos elementos a tener en cuenta en este seguimiento son:

  • La periodicidad, recomendada en ciclos trimestrales: el tiempo suficiente para ver avances significativos sin que se conviertan en objetivos irrelevantes.
  • La publicidad interna: compartir los OKRs con el equipo fomenta la transparencia y la colaboración.
  • La motivación intrínseca: al medir el progreso, se evidencia el esfuerzo invertido, ayudando a contrarrestar la sensación de estancamiento o el síndrome del impostor.

La conclusión implícita es simple: revisándolos, se puede detectar si se han planteado metas muy fáciles o, por el contrario, si el objetivo requiere de un esfuerzo sostenido y coordinado. En ese sentido, la medición es la mejor forma de asegurar que ni la excelencia ni la mediocridad queden sin considerar.

Aplicaciones prácticas en el ámbito personal y profesional

La metodología OKR se extiende a múltiples aspectos de la vida. Por ejemplo, en un contexto de desarrollo profesional o en el aprendizaje de nuevas herramientas como TypeScript, se puede definir un objetivo ambicioso y medirlo con acciones concretas. Algunas ideas para adaptar los OKRs a un entorno de programación o gestión de proyectos pueden ser:

  • Capacitar al equipo de desarrollo en nuevas tecnologías.
  • Implementar prácticas que reduzcan de forma medible el número de errores en código.
  • Utilizar proyectos piloto para medir la adopción y eficacia de herramientas emergentes.
  • Reconocer la variabilidad en el rendimiento para ajustar las metas en función del aprendizaje obtenido.

Se puede plasmar en una lista de tareas concretas la transformación del objetivo en actividades medibles:

• Definir el objetivo: Pasar a TypeScript para aprovechar la robustez del lenguaje.
• Resultados clave:
  – 100% del equipo de frontend capacitado.
  – Aplicación de TypeScript en tres nuevos proyectos.
  – Reducción de errores en producción en un 50% en comparación con proyectos previos.
  – Realización de 10 retos prácticos en plataformas como HackerRank.

Estos puntos son tan relevantes como la propia idea del objetivo. La metodología invita a pensar de forma ambiciosa sin perder de vista el detalle esencial de la acción.

Desafíos y oportunidades en la medición de la productividad

El uso de OKRs lleva consigo la toma de conciencia sobre la diferencia entre zarpar en una dirección y naufragar en una zona segura. En muchas ocasiones, la rutina y la relajación se disfrazan de productividad, y es en la revisión minuciosa de los resultados donde se identifica la verdadera eficiencia. Un error común es buscar la perfección en la medición, olvidando que el objetivo es impulsarnos hacia un crecimiento real y sostenible.

Entre los retos que se debatieron se extrajeron algunas propuestas interesantes:

  • Aceptar que el éxito no siempre significa el 100% de cumplimiento; un 60% o 70% puede ser señal de que se ha mantenido el desafío.
  • Permitir, sin caer en la autocomplacencia, que las cifras reveladas ayuden a reestructurar estrategias y ajustar esfuerzos.
  • Utilizar la medición no como una herramienta de juicio, sino como una guía para evolucionar continuamente.

La idea es sencilla: la productividad se mide en el equilibrio entre las metas trazadas y la capacidad de superarlas. Se reconoce que el proceso implicará fracasos y aprendizajes, un ciclo natural de ensayo y error que enriquece la experiencia personal y profesional.

La influencia del cambio en la cultura profesional

La adopción de los OKRs no solo transforma la forma en la que se planifican los proyectos, sino que también impulsa un cambio en la cultura organizacional y personal. Somos testigos de una época en la que dominar el trabajo en equipo y la colaboración se vuelve tan esencial como dominar la tecnología misma. La transparencia en la definición y revisión de los OKRs genera un ambiente de responsabilidad compartida que fomenta tanto el aprendizaje como el crecimiento continuo.

Los equipos que adoptan esta metodología descubren que:

• La claridad en los objetivos facilita la toma de decisiones en momentos críticos.
• La revisión continua permite detectar y corregir desviaciones antes de que se conviertan en problemas mayores.
• El compartir estatus y resultados fortalece la cohesión grupal y crea una cultura de colaboración genuina.

Asimismo, la experiencia individual se ve reforzada cuando se integra el aprendizaje práctico con objetivos que realmente desafían los límites conocidos. Al incorporar esta estructura, la autocrítica se convierte en la herramienta más valiosa, permitiendo reconocer tanto los aciertos como las oportunidades de mejora.

Reflexiones finales sobre la metodología OKR

La eficacia de los OKRs reside en su capacidad para convertir la ambición en acción medible. Nos obligan a enfrentarnos con nuestras propias limitaciones y a ajustar la dirección a través de la introspección. Es un proceso que, muy parecido a la escritura de un ensayo, nos descubre a nosotros mismos a medida que transformamos ideas vagas en proyectos tangibles.

La responsabilidad de medir lo que importa, de no dejar que la complacencia se interponga en el camino de la innovación, se convierte en el motor que impulsa tanto a equipos como a individuos. Tanto en el ámbito personal como profesional, la implementación de esta metodología ofrece una oportunidad para evaluar de forma honesta dónde estamos y hacia dónde deseamos ir.

La transformación digital y el constante avance tecnológico nos exigen adaptabilidad. Adoptar OKRs es, de cierta forma, reconocer que la verdadera productividad surge cuando somos capaces de cuestionarnos, medir y replantear nuestras metas a lo largo del camino. Es un recordatorio de que mantener la ambición viva implica, en última instancia, la disposición a aprender y a evolucionar constantemente.

Cada paso, cada cifra y cada revisión se convierten en un testimonio del esfuerzo invertido. La petición de “dejar la bandeja vacía” se reconfigura en dejar un balance honesto, en el que la meta nunca es el fin, sino el punto de partida para la siguiente mejora.

Este marco metodológico también nos invita a valorar los procesos detrás de cada meta y a entender que el éxito no se manifiesta de inmediato, sino a través de un camino de crecimiento comprobable y medible. Así, la medición y la ambición se entrelazan en una danza constante de desafío y superación personal.

Adoptar y adaptar los OKRs es, sin duda, asumir una postura audaz ante la incertidumbre y la complejidad de nuestros proyectos. Es un compromiso con la claridad y con la constancia, dos factores fundamentales en un mundo que cambia a la velocidad de la tecnología.

Si algo ha quedado en claro es que el método no solo ayuda a definir metas, sino a entender el camino que las transforma en realizaciones concretas. Es la invitación a reconocer que la medición de lo que importa es, en esencia, la medida de nuestro propio crecimiento.

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Definición y medición de los OKR

Los OKR son una metodología utilizada para definir y gestionar metas.

Los OKR se popularizaron gracias a John Doerr, empleado de Intel, es en Google donde Doer introdujo esta metodología. (Artículo relacionado)

Componentes de OKR

  1. Objetivos: Declaraciones cualitativas de lo que se espera alcanzar. Deben ser breves, inspiradores y desafiantes.
  2. Resultados Clave: Métricas cuantitativas que indican si el Objetivo se ha alcanzado. Deben ser específicos, medibles y limitados en el tiempo.

Los objetivos del OKR deben ser ambiciosos, desafiantes y medibles.

Google, por ejemplo, utiliza una escala de 0 a 1 para medir el logro de los resultados clave.

La puntuación de un KR depende de qué tan cerca esté del objetivo.

Se recomienda establecer los KR trimestralmente para hacer progresos significativos.

Aplicación de los OKR

Un ejemplo de la implementación de OKR se puede ver en el objetivo de mejorar la reputación de un negocio o el objetivo de aprender TypeScript y trabajar con él como equipo o developer solvente.

Además, estoy preparando mi propio OKR para el proyecto de comunidad de aprendizaje y desarrollo web de Web Reactiva. En el episodio premium de mañana (WRP 258) compartiré una plantilla de trabajo para bajar a tierra todos estos conceptos.

Valor de los OKR

Los OKR proporcionan la estructura para establecer metas y resultados.Permiten medir los resultados clave y rastrear el avance de las tareas realizadas.

¡A por ello!

WR

Escrito por:

Imagen de Daniel Primo

Daniel Primo

CEO en pantuflas de Web Reactiva. Programador y formador en tecnologías que cambian el mundo y a las personas. Activo en linkedin, en substack y canal @webreactiva en telegram
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