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El poder de la historia y la colaboración en tecnología

El lema del programa es el final de la historia "Baikal no está en Siberia"

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5 aprendizajes que te llevas de este episodio:

  • La narrativa de Benito Carabastos como metáfora de la relación entre tecnología y humanidad.
  • La importancia del diálogo y la escucha activa antes de tomar decisiones drásticas.
  • El valor del humor y las soft skills para mejorar la colaboración en el entorno laboral.
  • Beneficios del trabajo en equipo y pair programming como impulsores de la innovación.
  • La relevancia de tratar el código como una narrativa que requiere claridad y empatía.

La tecnología es necesaria pero las personas importan

El poder de la historia

Un relato puede ser más que un divertimento estival. Puede mostrarnos aquello que damos por sentado. Imagínate a Benito Carabastos, exhausto tras pasar días encerrado en una cueva, sujetando con rabia un cable que lleva hasta el corazón de la oscuridad. En un momento crítico, arranca el cable y “todo quedó sumido en la oscuridad”. Esa imagen describe con crudeza la velocidad con que un mal gesto —un mal entendimiento— puede dejar sin luz lo que con tanto empeño construimos.

La historia de Benito no está en Siberia. Es el reflejo de nuestra relación con la tecnología: es fascinante, poderosa, inquietante. Pero tras cada línea de código, detrás de cada API, estamos nosotros. Y con nosotros van la empatía, la conversación y el sentido del humor.

Conversar antes de tirar del cable

Cuando alguien pulsa un interruptor para crear un apagón, nos asombra su capacidad de ejercer poder. Como dijo aquel enigmático personaje:
“Nosotros controlamos la electricidad. Creamos apagones donde nos place, pero nadie nos corta la luz. Nosotros controlamos el tiempo, el mundo.”

Ese sentimiento de omnipotencia existe también en los proyectos tecnológicos. A veces creemos que basta con imponer una solución, tirar de un cable metafórico, y todo quedará resuelto. Sin embargo, antes de tomar decisiones radicales conviene detenerse a conversar:

  • Compartir el motivo real del cambio.
  • Escuchar las objeciones de quienes colaboran.
  • Ajustar expectativas y plazos.

Sin diálogo, un tirón de cable puede dejar a todos en la oscuridad.

El humor como habilidad

En medio de reuniones serias, el humor suele verse como un lujo. Sin embargo, reír juntos abre grietas en el hielo de la formalidad. Hace tiempo vi un curso que prometía “conseguir en una semana ser el doble de gracioso”. Puede parecer exagerado, pero ilustra que el humor se aprende y se aprecia. Una pequeña sonrisa a tu colega o un comentario ingenioso en la pizarra:

  • Alivia tensiones.
  • Refuerza complicidad.
  • Facilita colaborar bajo presión.

Si alguien cree que la tecnología lo es todo y que el resto sobramos, su presentación carecerá de vida. Nadie conecta con un enunciado enlatado; las personas necesitamos humanidad antes que fórmulas.

La corbata y la distancia

En muchos despachos profesionales conviven dos medios: la corbata y la barrera invisible. Veo jefes inalterables, como estatuas, seguros de que aflojar un gesto implica perder autoridad. Creen que la profesionalidad se mide en rigidez. Olvidan que el día a día se construye con pequeñas interacciones: un “buenos días” a quien pasa por tu puesto, un gesto de complicidad al levantar la ceja.

Sin quitarse la corbata ni un instante, algunos profesionales son inaccesibles. La consecuencia es que otros se recluyen en el silencio. Y en silencio no hay ideas.

Empatía y flexibilidad

La empatía es la soft skill que más veces he visto brillar cuando todo lo demás falla. Significa ponerse en el lugar de otro y preguntarse: ¿qué necesita ahora? Para cultivarla no hace falta un curso de Udemy (aunque los hay), sino practicar:

  1. Escuchar sin interrumpir.
  2. Reconocer que tus métodos no son la única vía.
  3. Admitir que puedes estar equivocado.

En ocasiones, mantener la razón resulta menos productivo que lograr un avance conjunto. Por eso me gusta repetir la pregunta que lanzó Óscar Martín:
“¿Quieres tener razón o ser rico?”

A veces ser “rico” es sumar perspectivas, no imponer la tuya. Ese espacio que dejamos a otros puede encender ideas que no habríamos imaginado.

Trabajo en equipo y pair programming

El programador solitario en su torre de marfil puede escribir código impecable. Pero aislarse en exceso crea burbujas de desconexión. El pair programming —código en pareja— rompe el aislamiento y aporta:

  • Revisión inmediata de cada línea.
  • Discusión sobre buenas prácticas.
  • Mayor compromiso mutuo.

Hace poco supe de un desarrollador al que su jefe preguntó: “¿Para qué quieres git si trabajas solo?”. La respuesta mejor hubiera sido: “para invitarte a colaborar en un repositorio limpio y controlado”. El control de versiones no es un lujo: es un acuerdo para compartir, crecer y evitar sobresaltos.

El código como narrativa

Cada función, cada evento, cada llamada HTTP es una escena de una novela. El autor reúne personajes, hace que interactúen, desencadena cambios. Eso somos nosotros: programadores y diseñadores de historias digitales. Y al escribir código, debemos recordar:

  • Cada línea tiene un propósito narrativo.
  • Quien lee o usa tu API espera coherencia.
  • El mantenimiento exige claridad en el guion.

La tecnología no progresa sola. Necesita guionistas, directores, actores tras bambalinas.

Mantener la conversación viva

Hoy nuestros vínculos pasan por pantallas, mensajes y videollamadas. Esa inmediatez puede secar el caudal de la empatía. Para contrarrestarlo:

  • Haz pausas para preguntar cómo está el otro.
  • Evita la imposición de atajos personales.
  • Reconoce el esfuerzo previo de cada uno.

Si continuamente pasamos de pantalla en pantalla, perdemos la voz humana que da sentido a lo que hacemos.

Habilidades que importan

Las llamadas soft skills no son accesorios. Determinan cómo afrontamos errores, cómo recibimos críticas y cómo celebramos logros. Entre ellas destaco:

• Comunicación clara.
• Sentido del humor.
• Empatía auténtica.
• Flexibilidad ante nuevas ideas.
• Colaboración activa.

Cultivar estas habilidades es tan importante como dominar un framework. Porque, al final, un proyecto exitoso depende de las personas que lo edifican.

Volver a encender la luz

La próxima vez que enfrentes un reto técnico o de equipo, recuerda al joven del gorro de lana con los ojos de gato, plantado en esa cueva. No actúes solo con rabia contra el cable que alimenta el sistema. Detente, conversa, ríe, intercala silencios cómplices. Haz que tu trabajo se apoye en una red de confianza, no en una chispa de imposición.

La tecnología es necesaria. Nos permite crear aplicaciones que cambian hábitos, que mejoran procesos, que sorprenden. Pero la verdadera chispa, el verdadero cambio, nace cuando ponemos primero a las personas. Sin ti, sin tu colega al lado, sin esa charla antes del despliegue, todo podría quedar en tinieblas. Y nadie quiere un mundo sin conexiones humanas.

El lema del programa es el final de la historia “Baikal no está en Siberia”

El capitán Benito Carabastos tiene en su mano la clave del final del relato. Quizás si le haga falta encontrar un curso de sentido del humor en Udemy.

La semana que viene volveremos con la tercera temporada del podcast y muchos más temas técnicos.

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Escrito por:

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Daniel Primo

CEO en pantuflas de Web Reactiva. Programador y formador en tecnologías que cambian el mundo y a las personas. Activo en linkedin, en substack y canal @webreactiva en telegram
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